Me compré unos mocasines cuya suela nunca voy a pisar de tan perfecta.
En un aparador vi una bufanda de esas que deben calentar el alma
Me probé un suerter y ya no me lo puede quitar
Un helado de vainilla con chispas de chocolate en cono de wafle me duró la eternidad
Me limaron las uñas, me obsequiaron un masaje relajante a cambio
de unas cremas tonificantes y contestar un cuestionario
Volé un helicóptero que aterrizó en el cuerpo de una pareja que me miró con odio.
Me terminé de ensuciar las manos en un baño en el que desfilaban puros tenis blancos
Me senté a esperar y todos los maniquíes mostraban su enfado
de tener la misma ropa de varios días que por supuesto nadie comprará.
Niños en carritos confirmaban que querían estar en otra parte.
En una módulo de «servicio a clientes» otros buscaban otra tienda de tallas mas grandes
Una tienda de artículos para zurdos estaba llena de cosas inútiles:
tijeras, pinzas, relojes de cuerda, cinturones y abrelatas.
En una juguetería regalaban rompecabezas por que nadie los compra.
En la salida estaban los carritos, las sillas de ruedas y el holograma de una mujer que decía: » Abrimos los 365 días del año»
Pensé afortunadamente este por lo menos es bisiesto.
✍ Bitácora de lo(s) sentido(s)
Un día en el Mall